ads4

20 € de descuento en todos los productos de VidaXL.es
Recibe 20€ de descuento en compras mínimas de 220€ en todos los productos de www.vidaxl.es
XLCNES
Cupón válido del 3 de agosto de 2017 al 30 de septiembre de 2019

Suscripciones

Tormenta

Era una noche donde el viento soplaba de forma sepulcral, las hojas de los arboles eran agitadas con mucha fuerza, la corteza endurecida de los arboles crujía débilmente, era un aire siniestro y amenazador que se alzaba sobre el lugar, las nubes grises empezaron a llenar el cielo, los relámpagos a lo lejos avisaban una cercana tormenta. 

Yuri quien estaba en camino hacia la ventana, la cual se había abierto de par en par con la ventisca, ella se apartó asía un oscuro rincón y observo los objetos que tenia en su casa se mecían ante sus ojos, sobre su cabeza tenia amarrado un pañuelo curtido de tono grisáceo, tenía un largo vestido negro y blanco, ella estaba cuidando a la señora Valtimor, una anciana que vivía con ella , la mujer se había ido a dormir, tenía extraños trastornos mentales, por suerte se había librado de ella por un rato, mientras tanto recogería la ropa colgada en unas delgadas cuerdas en el patio y volvería para preparar el té y darle la medicina a la señora Valtimor.

Caminó hacia el patio recordando las incoherencias que le dijo la señora Valtimor el día de su llegada, la mujer le había recordado mil veces la misma frase, “pase lo que pase, no salgas afuera antes de la tormenta”, la hija de la mujer le había dicho a Yuri que no le prestara atención a aquellas recomendaciones, ya que solo se trataba de una de sus locuras y que además en este pueblo casi nunca llovía. 

La joven salió al jardín a paso lento, camino entre los rosales que lucían hermosas flores de un tono rosa claro, aquella casa era como sacada de un cuento de hadas, estaba cubierta de delgadas enredaderas plagadas de flores purpuras, tenía también barios patios y en el jardín principal había una hermosa fuente con la figura de un ángel de duro mármol, la chica se sentía muy bien en este dulce hogar, aunque un poco loca, la señora Valtimor siempre había sido muy generosa, la mujer estaba muy enferma y solo eran cuestión de días para que partiera de este mundo, pues estaba terriblemente enferma. Yuri tomo la sábana blanca que se hondeaba libremente con el viento, la luz del sol había desaparecido totalmente, el frio calaba los huesos de la joven de forma cruel, empezaba a inquietarle aquel ambiente, por alguna extraña razón tenía miedo, temía al viento que al pasar rápidamente por los cielos provocaba sonidos extraños, temía a la hojas secas arrastradas por las corrientes de aire que pasaba a su alrededor con velocidad, temía a la oscuridad que se avecinaba, y a la fuerte tormenta que pronto se tomaría el lugar. 

“Cuando venga la tormenta enciérrate en la casa, cierra bien cada puerta y cada ventana, bajo ningún motivo salgas al jardín hasta que caiga la primera gota de lluvia… Si acaso olvidaste algo afuera, deja que se pierda entre el soplido del viento incesante, sube al cuarto más alto, baja las cortinas, porque antes de que venga la tormenta, también vendrán ellos…” Recordaba las palabras de la señora Valtimor con temor… 

Sus manos temblaban sin piedad, el miedo que la recorría era sepulcral, percibía como sus sentidos se agudizaban con cada ola de frio que la arrollaba sin piedad, parpadeo ligeramente barias veces para intentar convencerse de que estaba despierta, parecía que la ropa tenia mil ganchos, era como si cada vez que lograba liberar una de la cuerda aparecieran más y más prendas, llevo el primer montón de ropa adentro, entró casi corriendo, su corazón palpitaba como si fuera a salirse de su pecho, lo sentía en su cabeza como una pesadilla, debía volver, aun había una sábana blanca que recoger, de la cuerda, salió a paso lento reuniendo valentía para aventurarse afuera, adentro de la casa se sentía más segura, salió al patio, frente a la mansión se extendía una larga llanura de densos y verdes prados que se hondeaban libremente con el viento, por un momento le pareció que algo se movía entre la espesa hierba yendo hacia ella, entrecerró los ojos convenciéndose de lo que veía, pero no era real, era solo su mente jugándole una broma, así que se dio vuelta volviendo a sacar la sabana de los ganchos, una ventisca tormentosa la empujo al frente, ella callo y la sábana libre voló por los aires hasta caer sobre los rosales sangrientos, ella se quejó, pero no por dolor sino por miedo, se levantó tan rápido como pudo, camino rápidamente hacia los rosales, donde la sabana se había enredado clavándose en las espinas, un relámpago momentáneo ilumino todo, el sonido estridente de un trueno es escucho a lo lejos secándole un grito a la joven-cita, se apresuró desenredando la sabana, se pinchó en los dedos barias veces, pero no se detuvo hasta haberlo logrado, enrollo la sabana bajo su brazo derecho y corrió tan rápido como pudo al interior de la casa. 

Al cruzar el marco de la puerta se sintió aliviada, su terrible pesadilla se había terminado, cerró la puerta atrás de ella, ahora las cosas no parecían tan tenebrosas, se rió hacia adentro y pensó que había sido una tonta, se mantuvo de pie en medio de la sala, dejo salir una pequeña risa, sonrió amplia mente y miro por la ventana, entonces el viento se detuvo… El silencio se tomó el lugar, por un momento aquella fantasmal ausencia de sonido le pareció agobiante, se asomó a la ventana a paso lento, todo estaba en reposo. 

La puerta se abrió, sus bisagras oxidadas soltaron un chillido lento y terrorífico. 

Yuria sintió como el miedo nuevamente se apoderaba de su cuerpo y mente. Algo frió roso su mejilla, ella se limpió la cara con la palma de la mano, esta quedo manchada de lodo, era tierra empapada lo que había caído del tejado… dejo salir un sollozó, una lagrima cristalina y pura resbalo por su mejilla, Alzo la vista al techo, el cual estaba lleno de huellas de manos y pies que lo cubrían por completo, la chica abrió la boca para gritar, pero los sonidos no salieron de su boca, se había quedado sin habla, solo las lágrimas de angustia brotaban por sus ojos vidriosos como cascadas de cristal. Dio un paso atrás mientras se cubría la boca con una tierna y suave mano, se sentía como la protagonista de una macabra novela de horror, corrió angustiada y subió las escaleras de caracol, le parecía que el frío cada vez era más fuerte y que la oscuridad se cernía sobre ella como un manto demoníaco, en los últimos escalones se tropezó y callo de frente golpeando con su rodilla el frió y duro borde del último escalón, dejo salir un grito ahogado, se levantó tan rápido como pudo y casi a gatas subió al pasillo, las huellas de lodo se presentaban en todas partes, en las paredes, en el tejado, en los enormes cuadros de pintores antiguos, como una pesadilla sin fin. 

Al abrir la puerta del cuarto de la señora Valtimor se sintió aliviada, allí las huellas en el techo habían desaparecido, cerró la puerta tras ella y se recostó en aquella gruesa madera que la separaban a ella y a su amiga de aquellos entes desconocidos, al ver a la anciana parada frente a ella con una sonrisa angelical, Yuri por un momento pensó que todo aquello había sido una simple pesadilla de la que acababa de despertar, se limpió las lágrimas de las mejillas, intento no parecer asustada, pero esto fue inútil al ver que la señora Valtimor tenía los pies y manos cubiertas de lodo.

Comentarios

Entradas populares